Pensar lo político

Mauricio Alfaro
2 min readJul 14, 2021

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<El concepto de Estado presupone — dice Schmitt — el concepto de lo político>[1]. Con esta frase, que da por iniciada una de las obras más emblemáticas del autor, se vislumbra un sinfín de posibilidades para pensar lo político.

Si algo hay de claro con Schmitt es que lo político, así como lo económico, lo social y lo religioso, es algo abstracto. Necesariamente, estos conceptos están asociados a un momento y a una realidad social y/o política, i. e., una radicalidad temporal. Es decir, toda vez que se piensa lo político o lo económico, aquello que se piensa está habitualmente asociado a una sociedad, en un tiempo y espacio particulares, lo cual hace énfasis en el existencialismo de la política y sus diversas implicaciones.

Por existencialismo de la política me refiero no tanto a su dimensión normativa o teleológica, sino más bien a su crudeza y realismo temporales. Vista de esta forma, pues, uno abandona el pensamiento ideal, así como el análisis del mejor de los mundos políticos posibles, y se abandona al terreno donde el conflicto amigo-enemigo toma importancia: lo concreto. Esto, por lo tanto, cobra mayor importancia, incluso cuando se piensa en las dimensiones simbólica y espiritual de la política, que no son ámbitos nada desdeñables.

Aunado a lo anterior, la lectura de Schmitt sugiere la necesidad de tomar postura ante el conflicto toda vez que nos referimos a <lo político>. Esto, si bien puede implicar cierto peligro al pensarse desde una perspectiva maniqueísta — es decir, desde un ámbito donde existen dos polos; o bien, dos posturas o tesis — , a la vez que resulta peligroso, emancipa a la entidad política y define aquello que es propio de la soberanía.

Adicionalmente, el pensar de esta forma <lo político> no solo deja de lado la perspectiva neutral del pensamiento liberal, sino que devuelve la dimensión conflictiva y dialéctica de lo propiamente político. De esta forma, más allá de reducir al nivel del individuo todo aquello que resulta relevante para la comunidad social, Schmitt nos recuerda algo que en occidente tenemos relativamente olvidado, dada la primacía que el liberalismo ha tenido en las últimas décadas: más que el individuo sea la barrera y límite de lo político, es, en primera instancia, el comienzo.

En suma, la lectura de Schmitt, si bien puede resultar peligrosa en tanto parece prescindir de los puntos medios cuando se piensa en <lo político>, emancipa a aquella entidad que detenta la soberanía. En otras palabras, empodera al ente que, en última instancia, decide en la situación crítica.

[1] Schmitt, C. (1932) El Concepto de lo Político. Alianza Editorial. Edición en español de 1991. Reimpresión de 2009.

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Mauricio Alfaro

Politólogo por el ITAM. Interesado en temas de filosofía del lenguaje, filosofía de la ciencia, y dilemas ético políticos de las democracias.